El no-negocio de los transgénicos

      Uno de los problemas más grandes que enfrenta la biotecnología agrícola es, sin lugar a dudas, el enorme rechazo que las empresas en general y Monsanto en particular producen entre la gente. Hay cientos de campañas alrededor del mundo del tipo “yo odio a Monsanto” y cada científico que alguna vez haya hablado a favor de los cultivos transgénicos es acusado ipso facto de trabajar para las multinacionales.

      Es justamente este hecho el que quiero comentar en este post: existe una enorme confusión entre el concepto de la tecnología de los transgénicos y Monsanto. Esto es muy relevante, ya que mucha gente se opone a los transgénicos por que le molesta el modelo de negocios de Monsanto. De esta forma, el debate sobre la bioseguridad, utilidad y beneficios potenciales de los cultivos transgénicos se ha convertido a nivel global en un debate emocional y no técnico. En el fondo, los transgénicos son malos por que los hace una empresa que gana dinero con ellos (vaya, una empresa que quiere ganar dinero, que cosa más rara). Esta visión ha sido exacerbada por una serie de mentiras repetidas de manera sistemática. Por ejemplo, que las semillas de Monsanto son estériles (una tecnología llamada GURT pero conocida popularmente como Terminator) o que Monsanto contamina deliberadamente los campos de los agricultores para luego demandarlos por infringir sus patentes. Ambos ejemplos (y muchos otros) son mentiras basadas en hechos reales, pero que tienen como denominador común presentar a la empresa como una entidad malévola.

      ¿Por qué me tomo la molestia de escribir esto? Por que no es justo confundir a la tecnología con una empresa. No se como funciona Monsanto, jamás pondría las manos al fuego por ellos y no conozco en profundidad su modelo de negocios. Me da igual si Monsanto desaparece mañana. Pero Monsanto no es igual a transgénicos.

      La tecnología para hacer transgénicos no es secreta y tampoco es muy costosa. Yo hago plantas transgénicas en mi laboratorio de manera regular (con fines de investigación, no comercial) y les aseguro que no se requieren instalaciones o equipos muy sofisticados. Algunos dicen que no necesitamos a los cultivos transgénicos, pero lo dicen cómodamente sentados en sus casas, con sus refrigeradores atiborrados de comida. Sin embargo, los problemas alimentarios de los países pobres no son los mismos que los que probablemente ustedes puedan imaginar. Si se examina en que consiste la dieta de otros países es probable que se sorprendan; en muchos de ellos el mayor porcentaje de calorías consumidas a diario provienen del maíz y el trigo, casi no existe la carne y los lácteos o sus derivados, mucho menos las frutas y verduras frescas. Esto implica que muchos países enfrentan problemas inexistentes en el lado occidental de la mesa. Problemas que podrían ser solucionados con la ayuda de los cultivos transgénicos.

La familia Aboubakar, de Chad, posando para la foto con su provisión semanal de comida. Si, son 6 personas. Si, no hay carne. Tampoco yogur, huevos, queso, leche, frutas o verduras frescas.

      El caso más emblemático es el del arroz dorado, un tipo de arroz transgénico que contiene altos niveles de vitamina A ¿Qué hay con la vitamina A? Pues que la vitamina A es esencial para los humanos y su deficiencia puede causar desde ceguera hasta la muerte. En países subdesarrollados cada año quedan ciegos entre 250 mil a medio millón de niños por deficiencia de vitamina A. El arroz dorado ha sido donado –y todos sus derechos cedidos– a los países que presentan déficit de vitamina A y en los que además el arroz es la base de la alimentación. Pero a los de Greenpeace no les gusta; ellos dicen que el problema se arregla con suplementos vitamínicos y se han opuesto durante más de diez años al uso del arroz dorado, algo que el propio co-fundador de Greenpeace, el Dr. Patrick Moore, ha calificado como un crimen contra la humanidad. Más recientemente, dos grupos de investigación sin fines de lucro han logrado generar cultivos transgénicos de arroz bio-fortificado en hierro o que pueden crecer en suelos pobres ¿a que “mercado” van dirigidos estos cultivos? Bueno, a países que tienen problemas de anemia por falta de hierro o que no pueden pagar por abonos. Países que evidentemente tampoco podrán invertir en semillas transgénicas y que tampoco pueden generar la tecnología para producirlos. Pero estos cultivos no han sido producidos por empresas que esperan ganar dinero con las ventas, han sido producidos por organismos sin fines de lucro que buscar mejorar la vida de las personas cuyas necesidades alimenticias ni siquiera podemos imaginar ¿es esa tecnología mala? ¿les parece mal que un agricultor pobre pueda crecer sus cultivos sin pagar por fertilizante y aún así tener una buena cosecha? ¿les parece mal que en un país cuya dieta se basa en arroz se pueda entregar una dosis de vitamina A que de otra manera sería imposible entregar?

      Es verdad, algunos transgénicos son un negocio. Pero solo algunos. No es justo ni moralmente admisible impedir que quienes necesitan de esta tecnología –y a quienes se les ofrece de manera gratuita– no puedan acceder a ella por que a quienes tienen todos los días un plato de comida en su mesa les parece que los transgénicos no deberían existir. Es fácil hablar cuando las necesidades básicas están cubiertas y cuando se desconocen las necesidades de los otros. Como ha dicho el Dr. Felix M’mboyi, ex-asesor en temas de Agricultura del Gobierno de Kenya: “la oposición Europea a los cultivos genéticamente modificados es arrogante e hipócrita y le está robando al mundo en desarrollo la oportunidad de alimentarse a sí mismo”