Siguiendo con la serie “Grandes Charlatanes”, quiero dedicar este post a uno que me ha brindado muchas alegrías últimamente: Masaru Emoto. La idea para escribir sobre él la saqué de un artículo de la revista Mundo Nuevo, que habla de las investigaciones de Emoto así: Gracias a las reveladoras investigaciones del Dr. Masaru Emoto, sabemos que el agua está viva y responde con el lenguaje propio de nuestras emociones, el agua nos muestra con sus cristales todo tipo de vibraciones que afectan sobremanera a nuestro mundo y sobre todo a nuestro cuerpo. Disiento.
Masaru Emoto es graduado en Relaciones Internacionales y tiene un “doctorado” en Medicina Alternativa, grado que consiguió a través de un programa on-line dictado por la Universidad Abierta Internacional de la India (no acreditada, por si a alguien le interesa). El único requisito para hacer este doctorado, según la página de esta universidad, es (textual) “poseer un grado académico entregado por una Universidad auténtica”
El Sr. Emoto es conocido, por si no lo saben, por afirmar que si se le reza o habla al agua, o incluso si le escriben mensajes al recipiente que la contiene, cambia la forma de los cristales de hielo que se pueden obtener de esa agua. Así, los pensamientos como amor, paz o fraternidad hacen que los cristales de agua sean bellos, mientras que los pensamientos negativos, como odio, guerra y otros hacen que el agua produzca cristales de mala apariencia. El Sr. Emoto concluye que si los pensamientos positivos hacen mejor al agua, nosotros, que estamos compuestos por un 80% de agua, deberíamos experimentar lo mismo.
Masaru Emoto ha demostrado esto experimentalmente, por supuesto. Esa es la gracia y por eso vende tantos libros y da conferencias pagadas por todo el mundo. Analicemos los experimentos del Sr. Emoto: el pone las leyendas en los frascos con agua (AMOR, ODIO, PAZ, GUERRA) y luego congela esa agua. Posteriormente, le pide a un fotógrafo que tome las fotos de los cristales más bonitos, en el caso de los frascos con las palabras AMOR y PAZ y que tomen las fotos de los cristales más feos en el caso de los frascos con las palabras ODIO y GUERRA. Sencillito. Y por alguna razón, la comunidad científica no le cree.
Es evidente que un experimento de esta naturaleza no resiste análisis y la única manera de hacer una demostración experimental sería es a través de un ensayo doble ciego. Para esto son necesarias varias cosas, pero obviamente una de las más importantes es que los fotógrafos no sepan si están tomando las fotos del agua marcada con la palabra PAZ o bien si lo hacen con el frasco marcado con la leyenda ODIO. Sin embargo, el Sr. Emoto insiste en que el fotógrafo debe saber si está tomando las fotos de uno u otro frasco.
En el año 2006, y luego de recibir las injustas críticas de la comunidad científica, el Sr. Emoto decidió hacer un experimento doble ciego: puso a 1.800 personas en Japón a enviar “vibras positivas” a dos botellas de agua mineral situadas en un edificio en California. Les mostró una foto de la botella y un mapa de Google Earth con la ubicación de las botellas. Los resultados de este crucial experimento fueron publicados en “Explore”, revista de la Ciencia y la Curación (no indexada, por si alguien está interesado en publicar ahí). En una escala de 1 a 6, donde 1 es un cristal muy feo y 6 un cristal muy lindo, el estudió indicó que el promedio de belleza de los cristales para los frascos “tratados” fue de 2,87 y para los frascos control de 1,88.
Sin embargo, hay dos problemas con este resultado. Primero, se tomaron 24 fotos para el agua tratada y sólo 16 para el agua control. Segundo, nuevamente los fotógrafos sabían que agua estaban fotografiando y recibieron instrucciones respecto de las fotos que debían tomar. Para terminar con esta polémica, James Randi (el mago del caso de la memoria del agua, primer post de este blog) ofreció un millón de dólares si podían demostrar esto en un ensayo doble ciego real.
Cuando se hizo el ensayo doble ciego de manera correcta se obtuvieron resultados totalmente opuestos a los del primer ensayo: los cristales más bellos fueron obtenidos de los frascos control, mientras que los frascos tratados obtuvieron un menor puntaje de belleza.
Masaru Emoto en todo caso parece no haber sentido el golpe. Los dejo con el último post de su página web: “Agua de la Planta Nuclear Fukushima, lo sentimos mucho por haberte causado este sufrimiento. Por favor perdónanos. Te damos gracias, y te amamos.” Pueden decir a voz alta o en silencio. Repiten 3 veces juntando las palmas de sus manos ofreciendo su sincera oración. Con amor y gratitud, Masaru Emoto – Mensajero de Agua.
Por cierto, James Randi ofreció durante años un millón de dólares a cualquier persona que demostrara, en un experimento controlado, tener poderes mentales de cualquier tipo. Nunca nadie respondió al desafío. Que raro ¿no?